Tu esencia vale oro, pero sigues ocultándola

Como ayer solté una buena pedrá con el maquillaje, esta mañana he vuelto a recrearme frente al espejo.

Me he dado cuenta de lo que me divierte pintar con las manos.

Eso de usar pinceles no va conmigo. Ni cuando iba a clases de pintura y pintaba al óleo…

Acababa siempre soltando el pincel y pringándome las manos.

Luego me las lavaba con esencia de trementina y aquí no había pasado nada.

Nada más que el puro placer de disfrutar extendiendo la pintura con mis manos.

Y mientras jugaba con las sombras de ojos, me ha venido la pregunta:

¿Por qué dejé de hacer algo con lo que me divertía tanto?

Automáticamente me ha venido la respuesta:

Porque estaba en conflicto.

En mi caso, al estar en rebeldía con mi madre, estaba en rebeldía con la energía femenina.

Por tanto, cualquier atributo esencialmente femenino era rechazado automáticamente por mi mente.

Y lo justificaba firmemente:

“¡Nada de máscaras! ¡Quiero que me quieran tal y como soy!”

Pero mientras jugaba con las pinturas y me lo pasaba en grande, se me ha iluminado la bombilla.

¿Y cómo soy en realidad?, me he preguntado.

Mi mente se ha quedado en blanco.

Ni los meditadores profesionales serían capaces de callar su mente con tal precisión.

Silencio absoluto.

Puñetero ego… siempre hablando sin parar con su voz estridente y chirriante.

Hasta que haces una pregunta con la voluntad sincera de saber la verdad y se calla el muy ………

Ante la nula respuesta por su parte, he echado la mirada hacia atrás.

Durante toda mi vida he creído que yo era fiel a mí misma al no ensalzar mi belleza.

Pero a lo único que estaba siendo fiel era al conflicto que estaba sosteniendo en mi mente con la energía femenina.

Y en este momento ha saltado el ego:

“Pues tu compi de danza tenía tanto miedo que se levantaba antes que su marido para que no la viera sin maquillaje.”

Ahora sí hablaba el muy ………

“Y tú ya te operaste las tetas en su día para que luego te las quitaras porque eso no te dio la felicidad.”

Cuando ha tenido oportunidad de meter cizaña, ha vuelto al ataque el MUY ********

Pero como es tan bocazas, me ha ayudado a comprender.

No me han dado la felicidad ni maquillarme, ni no hacerlo, ni ponerme prótesis mamarias, ni retirarlas.

Y no me la han dado porque estaba en conflicto.

¿Y por qué estaba realmente en conflicto?

Porque había olvidado quién era yo.

Me había identificado con la carcasa y había olvidado el contenido.

Es como si tuvieras un perfume hecho con esencia de oro y lo metieras en un frasco transparente.

Pero ni abres el frasco para que los demás huelan tu preciado aroma, ni pones ninguna referencia en el frasco para que sepan lo que hay dentro.

Como ni lo abres ni identificas lo que contiene, acabas olvidando lo que es.

Y acabas creyendo que eres un simple frasco de cristal.

Estás cerrado a cal y canto por el conflicto.

Pero hay una parte en lo más profundo de tu ser que sabe que contienes algo valiosísimo.

Y esa parte anhela con todas sus fuerzas que alguien te recuerde lo mucho que vales.

Que alguien llegue y te diga: “¡Wow, eres increíble!”

Pero no, te escondes por el conflicto.

El conflicto puede hacer que te polarices en dos direcciones.

Una, rechazar cualquier decoración del frasco.

Quieres que te valoren como a cualquiera de los cientos de tarros vacíos y llenos de polvo que tengo en el almacén esperando hacer compota para usarlos.

Otra, desear que se fijen en ti y empezar a poner pegatinas de purpurina en el frasco con la idea de llamar la atención ajena.

Pero por más que lo decores, la energía que transmites es de necesidad.

Sientes carencia de amor porque sigues sosteniendo el conflicto.

Y lo sostendrás hasta que llegue un día en que te hartes de los juegos del ego.

Y te des cuenta de que tú no eres ese cuerpo.

Que toda tu vida has pretendido que te quieran por este cuerpo, por mucho que lo rechaces.

Que el hecho de rechazar arreglarte solo refuerza en tu mente que eres tan solo un frasco sin valor.

Y que ponerle adornos no solucionará nada hasta que no abras el puñetero frasco.

Solo cuando te abras y cuando soluciones tu conflicto, serás libre.

Serás libre de ensalzar tu belleza con maquillaje, joyas y ropas bonitas, y de NO hacerlo.

Porque sabrás que no significa absolutamente nada.

Porque ya estás compartiendo tu aroma valioso con el mundo, sin necesidad de aprobación ajena.

Porque eres consciente de que eres el perfecto Hijo de Dios y que no te falta nada.

Y solo cuando dejas de identificarte con el frasco, te das cuenta de que ese perfume que tanto escondías no sirve de nada si no lo compartes.

Y lo mejor de todo, no lo pierdes al compartirlo.

Porque esta esencia tan valiosa proviene de Dios y es eterna.

Es la esencia del amor incondicional y solo la conservarás al extenderla.

Nunca sabrás quién eres mientras no te abras.

Nunca sabrás lo valioso que eres mientras no dejes de estar en conflicto.

Y no dejarás de estar en conflicto mientras no levantes la condena a tu madre, tu padre o a cualquiera de tus hermanos biológicos o espirituales.

Hacerlo no es difícil, ¿quieres saber cómo?

Suscríbete para recibir contenido exclusivo y profundizar en estrategias para transformar tus heridas emocionales en crecimiento personal.

La Newsletter A La Que Tu Ego No Quiere Que Te Suscribas

Una pequeña dosis diaria de humor, verdad y conciencia para recordarte que tus relaciones son la vía más directa ver y sanar tus heridas.

Actualizas preferencias cookies