El enamoramiento es una trampa del ego

El enamoramiento es el regalo más ostentoso del ego.

Como bien dice Un Curso de Milagros:

“La ilusión de amor lo presenta envuelto en un atractivo lazo de dulzura y consuelo. Mas lo que hay detrás del envoltorio es una amarga cadena que aprisiona el alma con dolor y exige sacrificio.”

Tienes que tener clara una cosa: el ego nunca ama.

El ego hace acuerdos, proyecta, idealiza, utiliza y luego condena.

Cuando te enamoras, en realidad estás buscando fuera lo que sientes que te falta dentro.

Tu objeto de deseo se convierte en un ídolo, una especie de sustituto del Amor de Dios.

Parece darte lo que tú crees no tener por ti mismo.

El ego adorna su trampa con emociones intensas, deseo, atracción, obsesión… para que creas que eso es amor.

Además, te produce un “secuestro químico” muy eficiente.

Se activa un torbellino hormonal y neuroquímico que nos pone literalmente en un estado alterado de conciencia.

¿Para qué?

Para que veas lo que quieres ver, te fascines por sus luces y no puedas ver sus sombras.

(Si viéramos las sombras a la primera, la humanidad se hubiera extinguido hace milenios)

Así que, entre los 6 meses y los 2 años, el cóctel hormonal se agota y la ilusión del enamoramiento se desmorona.

Y empiezas a ver que el otro no cumple tus expectativas o surge el miedo a perderlo.

Así que lo que un día se llamó “amor”, se convierte fácilmente en dolor, celos, exigencia, culpa o abandono.

¿Por qué?

Porque no hemos elegido a nuestra pareja conscientemente, sino desde nuestras heridas.

Lo que llamamos “atracción” no es más que una especie de llamada silenciosa entre heridas complementarias.

Nuestro sistema nervioso, de forma inconsciente, reconoce patrones familiares y se siente “en casa”.

Por muy dolorosos que hayan sido esos patrones.

Tu pareja, obviamente, también te elige por sus propias heridas.

Y por eso es tan común que en las relaciones haya una danza perfectamente sincronizada de dolor y deseo.

Cada conflicto, cada malentendido, cada activación emocional que tu pareja detona…

No es algo que te “haga el otro”, sino una respuesta instantánea a algo que YA TENÍAS DENTRO DE TI.

El otro es simplemente un reflejo de lo que tú tienes en tu interior.

Por eso, en cuanto se desvanece la ilusión, el ego lanza toda su artillería para provocar la separación.

Así que te convence de que esa relación ya ha muerto, que no puedes “sacar” nada más de ella y que romper la relación es lo mejor.

¿Para qué?

Para mantener el conflicto activo y asegurarse su supervivencia.

Inmediatamente el ego te hace vivirlo como una pérdida porque su fuente de identidad, control o dependencia se ha ido.

Y se activa el circuito de la culpa:

—“¿Qué hice mal?”

—“¿Por qué me han hecho esto?”

Después de un tiempo, te hace creer que otra pareja te haría feliz.


Y reinicia el ciclo, buscando de nuevo una relación basada en el odio, disfrazada de amor.

Si este ciclo lo repitieras 10 veces, te darías cuenta inevitablemente del engaño del ego.

Y comenzarías a buscar una solución real.

La única solución es dejar de echar balones fuera, culpar a tu pareja o a tus exparejas de tu dolor.

Responsabilízate de tus heridas y sánalas.

Da igual que tu pareja parezca haber cambiado de personalidad por motivos externos.

No culpes los motivos externos: ya teníais heridas complementarias.

Sana tus heridas.

Deja de identificarte con la pequeñez, la limitación y el miedo del ego.

Recuerda tu grandeza como el Hijo de Dios que eres.

Tú ya eres un ser completo, no necesitas que nadie te complete.

Pero si pretendes esperar a sentirte completo para tener pareja, mal vas.

La pareja no está para hacerte feliz, pero es la vía rápida para crecer y lograr sentirte completo.

Precisamente porque te hace de espejo y te toca las heridas.

En tu mano está reforzar en tu mente que eres una víctima de tu pareja, o tomar una decisión diferente.

Refuerza en tu mente que estás dispuesto a sanar y a recordar el Amor Real.

Renuncia a seguir utilizando la relación como una transacción comercial donde obtendrás algún beneficio.

Y ábrete a descubrir el amor que se extiende al dar y unirte desde el Ser.

Transforma la relación de odio en una relación santa, en crecimiento constante.

Dejando ir las barreras que te impiden sentir el amor, será como puedas recordar que siempre estuvo ahí.

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